13/1/11

Cuando Gardel Llegó a la Paramount

En los albores del cine parlante, las productoras estadounidenses- temerosas de perder el mercado de los países de habla hispana- no escatimaron esfuerzos para producir películas en castellano. También lo hicieron en otros idiomas, a fin de asegurarse los ingresos producidos por las naciones europeas, pero el gran interés de la cinematografía yanqui estaba puesto en España e Hispanoamérica, dado que nuestra lengua se extiende a lo largo de una considerable cantidad de países. Entre esas nuevas películas, hubo no pocas remakes en español, pero también muchas originales con guión castellano. Una nada despreciable cantidad de actores hispanohablantes desfiló, en consecuencia, por los estudios estadounidenses. Entre ellos llegaron de España Raquel Meller, Catalina Bárcena, Imperio Argentina, Ernesto Vilches; de México Rosita Moreno, Virginia Fábregas, Lupe Vélez, Dolores del Río, José Mogica, Ramón Novarro; de la Argentina Mona Maris, Gloria Guzmán, Sofía Bozán, Enrique de Rosas, José Bohr, Carlos Gardel… A decir verdad los presupuestos para tales producciones no fueron, al principio y dada la amplia tarea propuesta, elevados, pero nuestro Gardel logró un éxito que superó las expectativas de los productores norteamericanos. A tal punto que la Paramount- a la inversa del propósito que la movió a realizar los filmes en español debió enviar copias dobladas a casi todas las naciones ajenas a nuestro idioma. La primera de esas películas fue “Las luces de Buenos Aires” mal llamada por algunos ”Luces de Buenos Aires”- 1931, en la que Gardel entonó dos cantares con letra de uno de los argumentistas, Manuel Romero: la canción campera: “ El rosal” ( música de Gerardo Matos Rodríguez) y el tango “ Tomo y obligo” ( con melodía del propio cantor). Pero en los prolegómenos de la filmación de la segunda película, “Melodía de arrabal” (1932), aún no estaba muy en claro quienes serían los autores de las canciones a incluirse. Mario Batistella colaborador con Le Pera en casi todas las letras finalmente insertadas en la producción- refería que: la dirección quería imponer un repertorio musical de su propiedad, o sea, composiciones de autores de la Paramount… Imperio Argentina deseaba injertar algunas de su cosech; , por otra parte, Carlos Gardel con el afán de defender nuestros intereses comunes, protestaba enérgicamente, arguyendo que las composiciones estarían a nuestro cargo, máxime tratándose de un argumento que comprendía motivos netamente argentino s ” Los directores debieron ceder, felizmente para el cancionero argentino. A esos títulos siguieron “La casa es seria” y “Espérame”, ambas de 1932) como las anteriores, filmadas en Joinville, un suburbio de París. En Long Island, Nueva Cork, en cambio, fueron rodadas “Cuesta abajo”, “El tango en Broadway”, “Cazadores de estrellas” (las 3 en 1934), “El día que me quieras” y “Tango bar” (las dos de 1935). Pero eso es cosa sabida, lo que queríamos es dar un panorama de cine estadounidense en castellano a la llegada de Gardel a la Paramount. 
 
 Roberto Selles. Investigador del Tango

EL TOTEM DE PLAZA CANADA

Este símbolo de la América indígena del norte, está en Retiro, desde 1964. 
 
El poste de cedro rojo, de cuatro toneladas, con sus 21,50 metros de altura, y su diámetro de 1 metro en la base y 60 centímetros en la cima, fue tallado durante seis meses por la tribu Kwakiutl. Se trata de un tótem heráldico, que según la leyenda, le fue dado a Geeksem, patriarca de los primeros hombres después de la "gran inundación”. 
 
Luego de oír el llamado de un ave mítica y de diversos animales del bosque y del mar, vio el totem cuya altura se perdía entre las nubes. Recibió la orden de venerarlo ya que cuidaría de la tribu. 
 
El Tótem de la Plaza Canadá es una réplica de aquel. Representa: un águila, un león marino, una nutria, una ballena, un castor, el ave mítica (rapaz) y un hombre, talladas geométricamente y pintadas en rojo, blanco y negro. 
 
 Por ser un elemento sagrado, el gobierno canadiense, al donarlo, dio instrucciones acerca de su mantenimiento. Cada cinco años, debe ser tratado con productos funguicidas, varias capas de pintura para cerrar los poros del cedro. Solitario, en medio de un estanque, lejos del Pacífico y de los bosques que lo vieron nacer, nos recuerda el pasado milenario y la riqueza cultural de nuestros pueblos autóctonos. 
 
Ana di Cesare