11/10/09

Midas


Midas aquel hombre que todo lo que tocaba convertía en oro, aparece en la frontera entre la leyenda y la historia.


Es probable que haya sido un rey de Frigia en tiempos protohistóricos, famoso por la enorme cantidad de riquezas que logró reunir.


Su recuerdo pudo ir transformarse lentamente en mito.


La historia de Midas nos es transmitida por el mitógrafo Higinio. Dice que cuando Dioniso conducía un ejército a la India, uno de los suyos se extravió. Midas lo hospedó y le facilitó guía para el regreso. Entonces, el dios, muy agradecido le concedió a Midas el deseo que quisiera pedir.


El frigio que era un hombre codicioso y avaro, no lo pensó dos veces:


- Quiero que todo lo que toque se transforme en oro.-


Su felicidad no tenía límites. Iba de un lado al otro, tocando todo lo que estaba a su alcance, las hierbas, los árboles, las aguas de las fuentes se convertían en oro. Sus sirvientes maravillados, exclamaban y Midas reía sintiéndose el más realizado de los mortales.


Claro, que no había pensado en cosas cotidianas como comer y beber. Cansado de corretear aumentando sus tesoros, decidió alimentarse, con espanto vio como trozo de los manjares que deseaba llevar a la boca, se convertía en piedra, valiosa, pero incomible. Lo más dramático fue cuando abrazó a su amada hija y la dejó convertida en aurea estatua.


Midas comprendió su error, torturado por la angustia y el hambre le rogó al dios lo liberara de aquel don. Dioniso se compadeció, le ordenó ir a bañarse al río Pactolo, donde ocurrió que cuando entró a las aguas, estas se volvieron amarillas y las arenas de las orillas polvo de oro.


Desde entonces, dice Ovidio en otra versión de la leyenda, Midas desprendido de toda riqueza, vaga por selvas y campos, venerando al humilde dios Pan.
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Versión para Internet del artículo publicado en Revista Galaxia Porteña Año 1, nro 12, mayo de 2005